Hiperplasia prostática benigna en perros: síntomas y tratamiento

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Publicado diciembre 07, 2022

Hiperplasia prostática benigna en perros: síntomas y tratamiento

Las enfermedades de próstata son muy comunes en los perros macho, sobre todo en los ancianos no castrados. Entre ellas, la más común es la hiperplasia prostática benigna canina, una patología que se suele infravalorar pero que predispone a nuestros peludos a sufrir otras enfermedades más graves. Por ello, hemos reunido las causas, síntomas, diagnóstico y tratamiento de la hiperplasia prostática benigna en perros.

 

Qué es la hiperplasia prostática benigna en perros

 

La hiperplasia prostática benigna ocurre cuando las células de la próstata del perro aumentan su tamaño y su número. Debido a ello, la próstata se hincha cada vez más y comienza a presionar los tejidos y órganos que le rodean, dificultando su función. Cuando esto ocurre, aparecen síntomas urinarios, gastrointestinales e, incluso, locomotores que afectan al bienestar del animal.

Además, esta patología puede agravarse con el tiempo. En ocasiones, se desarrollan quistes  y/o abscesos que taponan los conductos de la glándula, apareciendo una hiperplasia granulocística. También se relaciona con la aparición de prostatitis e, incluso, con ciertas neoplasias de la próstata. Por tanto, una detección precoz de esta patología permite evitar muchas complicaciones.

 

Causas de hiperplasia prostática benigna en perros

 

La hiperplasia prostática en perros se desarrolla debido a la influencia de las hormonas sexuales, es decir, los andrógenos y los estrógenos. La principal es la dihidrotestosterona, una hormona que, de manera normal y deseable, induce la proliferación y el crecimiento de las células prostáticas. De esta manera, la cantidad de semen aumenta, contribuyendo a la salida de los espermatozoides y, por tanto, a la función reproductiva del perro. 

A pesar de ello, el efecto continuado de la dihidrotestosterona a lo largo de la vida del animal puede causar una hiperplasia o aumento excesivo del tamaño de la próstata. Una próstata agrandada en perros mayores de 5-7 años se considera normal, siempre que sea leve. Sin embargo, cuando el tamaño es tan grande que comienzan a aparecer síntomas, afectando al bienestar del animal, se considera una enfermedad que es necesario tratar.

Por tanto, podemos decir que existen dos factores predisponentes:

  • Edad avanzada: la actuación de las hormonas sexuales durante muchos años puede causar un agrandamiento excesivo de la próstata canina, por lo que esta enfermedad es muy común en perros mayores o ancianos.
  • No castración: cuando castramos a un perro, extraemos sus testículos que son los principales productores de hormonas sexuales. Por tanto, estas hormonas desaparecen y dejan de causar agrandamiento de la próstata, de manera que la hiperplasia no aparece. Por este motivo, esta enfermedad es típica de perros macho que no están castrados.

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Síntomas de hiperplasia prostática benigna en perros

Los síntomas de hiperplasia prostática benigna en perros se deben a la obstrucción de los conductos de la próstata, lo que puede causar un sangrado. Además, aparecen una serie de desórdenes locomotores, gastrointestinales y urinarios, debido a la presión que ésta ejerce sobre los órganos circundantes. Estos son los principales síntomas de hiperplasia prostática canina:

  • Sangre en la orina.
  • Sangre en el semen.
  • Dificultad para orinar.
  • Diarrea intermitente.
  • Estreñimiento o heces aplanadas.
  • Rigidez de la parte trasera del cuerpo.
  • Cojera de las extremidades traseras.
  • Edema en las patas traseras.
  • Deterioro general de la condición física.
  • Fiebre.

Cómo se diagnostica la hiperplasia prostática benigna en perros

Resulta difícil diferenciar unas enfermedades prostáticas de otras. Además, pueden aparecer de manera simultánea, por lo que es necesario descartar las más graves. El diagnóstico comienza con la palpación de la próstata a través del recto para comprobar si está agrandada. Puede no ser palpable cuando es grave, ya que el órgano puede desplazarse dentro de la pelvis. Si existe irregularidad, dolor o zonas duras, puede que el perro sufra pancreatitis, quistes o abscesos.

Para confirmar el diagnóstico son fundamentales las técnicas de imagen. La más utilizada es la ultrasonografía, que permite ver si la próstata ha aumentado de tamaño y si el parénquima es o no homogéneo. Si no es homogéneo, existen quistes, abscesos o inflamación. La resonancia magnética y la tomografía computarizada (TAC) son más precisas y permiten conocer con exactitud la gravedad de la enfermedad, aunque son más caras.

Además, hoy sabemos que la esterasa específica de la próstata canina (CPSE) es un indicador de trastornos de próstata. Recientemente, se ha desarrollado un test ELISA que permite detectar hiperplasia prostática en perros a partir de una muestra de sangre. Es altamente específico, sensible y rápido, por lo que permite acelerar el diagnóstico.

Finalmente, si se sospecha de neoplasia, se pueden recoger muestras de tejido y hacer una citología o una biopsia. También se recomienda un análisis de orina para descartar una prostatitis debido a infección bacteriana.

 

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Tratamiento para la hiperplasia prostática benigna en perros

El tratamiento de la hiperplasia prostática benigna en perros consiste en la prevención o la supresión de la síntesis o acción de las hormonas sexuales. Por ello, el tratamiento de elección suele ser la castración quirúrgica, raramente la castración farmacológica.

La operación de próstata en perros consiste en la extracción de los testículos  o gonadectomía. Los síntomas desaparecen poco después de la intervención y, en solo 6 a 12 semanas (2-3 meses), se consigue desinflamar la próstata del perro.

A pesar de ello, algunos tutores no quieren castrar a su perro, sobre todo cuando lo utilizan para la cría. En estos casos, se administran fármacos para inhibir la producción o la acción de andrógenos. Estos son algunos de ellos:

  • Inhibidores de receptores esteroideos, siendo el acetato de osaterona el más utilizado.
  • Inhibidores de la 5?-reductasa, la enzima que convierte la testosterona en dihidrotestosterona.
  • Progestágenos.
  • Estrógenos.

Debemos tener en cuenta que la administración de estos fármacos solo es posible si el animal no presenta una neoplasia prostática o testicular. Siempre que sea posible, la recomendación es la castración. Si además existe prostatitis, el animal deberá tomar antibióticos.

 

Fuentes:

  • Lévy, X., Ni?a?ski, W., Von Heimendahl, A., & Mimouni, P. (2014). Diagnosis of common prostatic conditions in dogs: an update. Reproduction in domestic animals, 49, 50-57.
  • Ni?a?ski, W., Levy, X., Ochota, M., & Pasikowska, J. (2014). Pharmacological treatment for common prostatic conditions in dogs–benign prostatic hyperplasia and prostatitis: an update. Reproduction in domestic animals, 49, 8-15.