Nuestros gatos pueden tener una larga vida si son cuidados como deben, pero no están exentos de sufrir enfermedades degenerativas u orgánicas que pueden empeorar gravemente su salud. Aunque no sean exclusivas de los gatos mayores, sí es verdad que la incidencia aumenta conforme estos cumplen años. Destacan tres enfermedades de gatos mayores: el hipertiroidismo, la enfermedad renal y el cáncer, aunque también pueden sufrir otras enfermedades como demencia senil, diabetes o la pérdida de visión o audición.
Continúa leyendo para conocer las principales enfermedades de gatos mayores para poder detectar los primeros signos clínicos y actuar rápido llevando al felino a un centro especializado, como las Clínicas Veterinarias Mivet, donde realizaremos un diagnóstico y pautaremos un tratamiento adecuado según el caso.
Índice
- Hipertiroidismo felino.
- Enfermedad renal.
- Cáncer.
- Diabetes.
- Pérdida de visión y audición.
- Demencia senil.
Hipertiroidismo felino
El hipertiroidismo felino es la enfermedad endocrina más frecuente en los gatos mayores de 9 años, causada por tumores benignos de la tiroides, aunque en algunos casos pueden ser malignos. Se caracteriza por un aumento de la síntesis de hormonas tiroideas T3 y T4, que intervienen en multitud de procesos celulares en el metabolismo y actividad de los gatos, por lo que este se ve incrementado produciendo síntomas como hiperactividad, maullidos, aumento del apetito, pérdida de peso, mal aspecto del pelo, ventroflexión del cuello y aumento de las ganas de orinar y beber.
La terapia del hipertiroidismo felino presenta cuatro opciones: uso de fármacos, uso de una dieta baja en yodo, tratamiento quirúrgico o el uso de yodo radioactivo (I131).
Enfermedad renal
La enfermedad o insuficiencia renal crónica es el trastorno del riñón más frecuente en los gatos mayores de 7 años, y se caracteriza por la progresiva pérdida de la funcionalidad renal y de su tasa de filtración glomerular, por lo que si los riñones no funcionan como deben, se acumulan productos de desecho en la sangre que actúan como tóxicos, a la vez que se incrementa la presión sanguínea y aparecen desequilibrios electrolíticos.
Los signos de enfermedad renal crónica en los felinos son aumento de la frecuencia de micción y de la ingesta de agua (síndrome poliuria-polidipsia), pérdida de apetito, reducción del peso, mucosas pálidas por la anemia, halitosis o mal aliento, vómitos, arritmias cardíacas, debilidad muscular, ceguera y úlceras en la cavidad bucal.
El tratamiento se basa en el control de la progresión del daño renal, los desequilibrios y la pérdida de proteínas por orina mediante el uso de fármacos, la restricción de fósforo o el uso de una dieta renal en gatos avanzados, la utilización de eritropoyetina en las anemias graves y el uso de fluidoterapia si se encuentran deshidratados.
Cáncer
El cáncer o la proliferación descontrolada o desmesurada de uno o varios tipos celulares de una localización del gato por una mutación que produce que se dividan de forma mucho más acelerada es una enfermedad frecuente en gatos mayores. El Flint Animal Cancer Center sostiene que el 20 % de los gatos padecerá cáncer a lo largo de su vida. Algunos tipos de cáncer, además, pueden invadir la circulación sanguínea y dispersarse a tejidos lejanos como el pulmón, el hueso u otros órganos, produciendo alteraciones en su correcta funcionalidad y, por tanto, aumentando las tasas de mortalidad y empeorando la salud integral del gato.
Los tumores más frecuentes de los gatos son el carcinoma de células escamosas, el mastocitoma, el linfoma, el adenocarcinoma mamario o intestinal, el sarcoma de tejidos blandos y el osteosarcoma.
Los signos clínicos derivados del cáncer son la aparición de bultos o nódulos junto con signos inespecíficos como pérdida de peso, depresión, letargo, pérdida de apetito y signos de mal funcionamiento orgánico asociados al órgano u órganos afectados. No siempre que haya un cáncer va a haber presencia de un bulto palpable, pues los tumores también se pueden producir en órganos internos del gato, requiriendo de pruebas como radiografías y ecografías para su diagnóstico.
El tratamiento dependerá del tipo de cáncer en cuestión y de si hay metástasis, pudiendo pasar de una simple extirpación quirúrgica al uso de protocolos de quimioterapia, radioterapia, crioterapia, tratamiento sintomático o combinación de varios.
Diabetes
La diabetes es una enfermedad endocrina que se presenta con mayor frecuencia en los gatos de más de 6 años, especialmente en machos con sobrepeso y sedentarios. Es una enfermedad que puede ser de dos tipos según su origen o secundaria a medicamentos o hiperadrenocorticismo, pero la más frecuente en el gato es la de tipo II derivada de una resistencia a la insulina, en la que las células necesitan mayor producción de insulina para el aprovechamiento de la glucosa, lo que provoca un aumento de la producción de insulina para intentar compensarlo. En todos los casos, los gatos diabéticos tienen un aumento de la glucosa en sangre (hiperglucemia) que deriva en problemas a nivel renal, ocular y nervioso, principalmente.
Un gato diabético presentará, además, signos clínicos como aumento del apetito con pérdida de peso, mal aliento, mayor frecuencia de micción con aumento de la sed, mal aspecto del pelo, signos nerviosos (neuropatía diabética), infecciones de orina, hígado graso, deshidratación, vómitos, debilidad e incluso coma.
Los pilares del tratamiento se basan en el control del azúcar en sangre mediante el uso de insulina, junto con cambios en los hábitos de vida, es decir, aumento de la actividad y el uso de una alimentación diseñada para gatos diabéticos con una reducida cantidad de hidratos de carbono.
Pérdida de visión y audición
Conforme los gatos cumplen años, los sentidos de la vista y del oído se van resintiendo, apareciendo signos de degeneración que producen pérdida o reducción en la audición y dificultades en la visión por degeneración de la retina, cataratas u otros procesos.
Demencia senil
La demencia senil también se encuentre entre las enfermedades más comunes en gatos ancianos. Los gatos mayores pueden sufrir una degeneración nerviosa que provoca signos parecidos a los de la demencia de las personas, entre los que destacan la desorientación, la desconfianza o el mayor temor ante las personas o las situaciones, el aumento de los maullidos, siendo más constantes y frecuentes durante la noche, alteraciones del sueño, ausencia de acicalamiento y alteraciones en el uso correcto del arenero.
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