Son muchas las enfermedades que dan la cara de forma muy notable, esto es, con cuadros clínicos evidentes, de forma que es fácil percibir que el gato está mal. Heridas, inflamaciones, vómitos o diarreas no dejan lugar a dudas. Pero otras patologías cursan de manera silenciosa, con sintomatología intermitente o tan leve que consigue pasar desapercibida, retrasando diagnóstico y tratamiento. A continuación, explicamos cómo saber si un gato está enfermo, también cuando los síntomas son sutiles.
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Señales de un gato enfermo
Los principales síntomas que presentará un gato enfermo incluyen fiebre, vómitos, adelgazamiento, secreción nasal y ocular, tos, inflamaciones, diarrea o lesiones dermatológicas. La aparición de uno o más síntomas es suficiente para acudir al veterinario. Pero no siempre es tan sencillo cómo saber si un gato está enfermo. A continuación, repasamos los datos más inespecíficos que nos deben hacer sospechar de una patología:
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Beber más: el incremento en la ingesta de agua puede indicar enfermedades de importancia como la insuficiencia renal.
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Orinar más: aunque el gato haga vida normal, si al limpiar el arenero notamos que hay más orina, es necesaria la revisión veterinaria.
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No orinar: sobre todo si va al arenero sin conseguir evacuar, puede estar sufriendo una infección urinaria o una obstrucción.
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Comer menos o más: la pérdida de apetito, el aumento o la ansiedad con la comida pueden deberse a enfermedades sistémicas.
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Babearse: la hipersalivación es signo de enfermedades bucales o respiratorias.
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Vomitar alguna vez: numerosos cuidadores asumen que los gatos vomitan con frecuencia debido a las bolas de pelo. Pero lo cierto es que si los vómitos son semanales pueden indicar, por ejemplo, problema renal o enfermedad inflamatoria intestinal.
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El pelo no brilla: el mal aspecto del manto es común a diferentes patologías o a una mala nutrición.
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No autoacicalarse: si no pasa horas aseándose, algo sucede. Una causa es el dolor, sobre todo en ejemplares mayores.
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No subir a alturas: dejar de trepar puede indicar dolor en articulaciones o huesos.
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No utilizar el arenero: orinar o defecar fuera no siempre se debe a estrés. De hecho, antes de diagnosticarlo hay que descartar un problema físico.
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Dormir más: pasar más tiempo descansando, no jugar o, en general, reducir la actividad no siempre es consecuencia directa de la edad.
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Tener los ojos hundidos: además, si tiramos suavemente de la piel de la zona de la cruz y esta no vuelve de inmediato a su posición, el gato está deshidratado. Hay que llevarlo al veterinario.
Cuándo acudir al veterinario
Explicado cómo saber si un gato está enfermo, cualquiera de los síntomas que hemos mencionado es motivo para acudir a las Clínicas Veterinarias Mivet. Especialmente si se trata de un gatito, un anciano o un gato con alguna enfermedad previa. Esperar a que se cure solo o tratarlo por nuestra cuenta, tan solo retrasa el diagnóstico y complica el pronóstico. Solo el veterinario puede valorar, diagnosticar y tratar a nuestro gato.
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